jueves, 16 de septiembre de 2010

Para no perder la memoria

Recuerdo a mi abuela con su pelo rubio, casi platino, rizado y corto. Piel clara, ojos pequeños y labios finos. Una mujer más bien bajita, de grandes caderas y piernas arqueadas de trabajar desde los 12 años. Una mujer con carácter, que no tuvo una vida precisamente fácil, trabajadora y una gran cocinera. La recuerdo con su uniforme blanco impoluto de la panadería, en la cocina o cuando venía a mi casa cargada de pan y pastas.
Recuerdo esos besos tan fuertes que hacían daño y que no me gustaban, pero que ahora pagaría por que me los volviera a dar.
Me gusta recordarla así, incluso discutiendo, y no a la mujer de los últimos años, la que el Alzheimer nos fue quitando.
Se fue apagando como una vela. Primero se acentuó lo peor de su carácter, después vinieron las paranoias y los miedos hasta que dejó de caminar y apenas de hablar. Sin embargo, cuando nos veía le aparecía una sonrisa de oreja a oreja, a veces hasta se le escapaba alguna lágrima, pero no nos engañábamos, no nos conocía.
El Alzheimer es una enfermedad brutal, te roba tu identidad, tus recuerdos, es decir, tu vida. Solo queda un cuerpo que no tiene nada que ver con lo que siempre habías sido. Siempre les decíamos a las enfermeras que ojalá la hubieran conocido como era de verdad. Con su pelo corto, rubio y rizado, con el uniforme blanco de la panadería y generosa, muy generosa.

martes, 7 de septiembre de 2010

Esas cosas que nunca pensaste que te gustarían

No me gusta demasiado el pescado, así que no debería gustarme el sushi, pero me encanta!

Soy alérgica al pelo de gato, sin embargo adoro a una gata.
Nunca me han interesando demasiado las fiestas tradicionales catalanas...

...recuerdo que de pequeña mi tía me decía, no sabes lo que te estás perdiendo por no querer probarlo. Cuánta razón tenía. Pues algo así me pasó con los Castellers. Supongo que todo el mundo sabe lo que son, construcciones humanas impresionantes. Pues hasta este verano nunca los había visto en directo. Tiene guasa la cosa viviendo en Catalunya, donde en todas las fiestas mayores hay exhibiciones castelleras.

Ahí estaba yo, una tarde de agosto, en la plaza mayor de un pueblo pequeñito de Tarragona. Amig@s, salí enamorada, impresionada, fascinada! No sólo por el esfuerzo de todas las personas, si no por el ambiente que se vive. Implicación desde el último de la piña hasta la anxaneta que sube temblorosa. Las caras de tensión de los chavales mordiéndose el cuello de su camisa, los pies que trepan por los cuerpos, las manos entrelazadas de todos los de la piña, ver cómo parece que el castillo se viene abajo, pero al final aguanta de forma casi milagrosa.

En fin, esas cosas que nunca pensaste que te gustarían hasta que las pruebas.
 
 
 

jueves, 2 de septiembre de 2010

Sálvese quien pueda

Hay ambientes de trabajo que fomentan la competitividad incluso en personas tranquilas y poco ambiciosas, como sería mi caso. Siempre he tenido claro que quiero trabajar para vivir, no vivir para trabajar, pero la situación tan inestable que estamos sufriendo algunos en el medio donde trabajo saca lo peor de cada uno.
Es triste que el saber que hay otra persona también “jodida” como tu te haga respirar aliviada.
Hace ya unos días que la becaria de mi sección está “llorándome” porque se le acaba la beca, que ojalá se pudiera quedar, a ver si la llaman, etc etc y yo pienso que por encima de mi cadáver, que el pastel es muy pequeño y muchos invitados a la fiesta. No me gusta ser así, pero si uno mismo no se preocupa por poner su culo a salvo nadie lo va a hacer por ti.
Esto también genera desconfianza hacia los jefes (por supuesto), hacia algunos compañeros y, lo peor, hacia los propios amigos.